domingo, 17 de julio de 2011

MONTEVIDEO TEATRO

Montevideo Teatro nace en el año 2007 como iniciativa de sus integrantes fundacionales: Patricia Yosi, Osvaldo Reyno y Walter Reyno, quienes cuentan con muchos años de actividad en las artes escénicas uruguayas.

Su propósito inicial y su razón actual de existencia es encontrar nuevas respuestas y desafíos culturales a las preguntas de un público que cambia día a día, y cuyas referencias culturales – mal que nos pese – son devoradas por la televisión, y se integran en medios no tradicionales de expresión como Facebook, Youtube,o Twitter. En este contexto de posmodernidad tecnológica de la creación y el contacto humano, Montevideo Teatro surge como una opción de empaparse en las diversidades culturales de sus integrantes, en una relación directa y sincera, basada en la cercanía y veracidad que solo el hecho escénico como forma de expresión puede ofrecer.


En este afán de aportar realidades artísticas divergentes, varios creadores se han sumado al grupo en diferentes proyectos para brindar toda su experiencia y bagagge artístico. Entre ellos se destacan: Juan Carlos Moretti, Ernesto Laiño, Enrique Vidal, Ariel Caldarelli, Laura González, Laura Sánchez, Adrian Figuera, los músicos Mauricio y Fernando Condon, Fernando Ulivi, Daniel Petrucchelli, los vestuaristas Nelson Mancebo y Ruben Reyes, los iluminadores Alejandro Piastra y Carlos Torres.


Estos integrantes están caracterizados por una sensibilidad muy profunda sobre la condición humana, alimentada por lo que fueron viviendo a lo largo de sus respectivas carreras artísticas, al comprobar las necesidades de públicos de países tan diferentes como Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Republica Dominicana, Cuba, EEUU, España, Francia, etc.

Ya unidos en Montevideo Teatro, nos presentamos no sólo en las salas de la capital sino también en el Interior y exterior de la República, representando a Uruguay en los Festivales Internacionales de Porto Alegre, Brasil (Setiembre 2008 y Setiembre 2010), Recife, Brasil, (Enero 2011), y en el Festival Iberoamericano de Cádiz, España (Octubre de 2008).


Siguiendo con el periplo internacional, en junio del 2011 Montevideo Teatro se presenta en la Muestra Internacional de Teatro, en San Pablo y luego en el Festival Internacional de Londrina. En octubre 2011, estaremos en el Festival Iberoamericano de Cádiz, y nos presentaremos en también en distintas ciudades españolas, como Pamplona y León.


El intento de universalidad de nuestro trabajo se da no sólo por los lugares donde nos presentamos, sino también por los autores que hemos puesto en escena en nuestras respectivas carreras: Alfred de Musset, Antón Chejov, Harold Pinter, Carlo Goldoni, Valle Inclán, Arnold Whesker. Moliere, Maximo Gorki, etc, y latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Jorge L. Borges, Roberto Cossa, Carlos Gorostiza, Eduardo Rovner, Carlos Pais, Jacobo Langsner, Julio Mauricio, Julio César Castro, María Esther Gilio, Hiber Conteris, etc.


Porque estamos de acuerdo con aquella máxima de…“Pinta tu aldea y pintarás el mundo…" es que ponemos toda nuestra fuerza creativa al servicio del público uruguayo e internacional, con la expectativa de aportar, al menos, un espacio de reflexión sobre la condición humana, sus miserias y sus triunfos. Le agradecemos al teatro como expresión y a nuestro público como alma indeleble de la representación artística, por brindarnos esta fascinante oportunidad.

ELLA

    de Susana Torres Molina
    Coproducción con Espacio Teatro

    
     Alvaro Pozzolo – Franklin   Rodríguez/Sergio Pereira
     Escenografía …………..Patricia Yosi
     Música original…………Fernando Ulivi
     Iluminación…………......Walter Reyno
     Combate escénico…….Christian Zagia
     Asist. de dir...........Mercedes Gómez       
     Dirección General: Patricia Yosi


Dentro de un sauna se encuentran dos hombres que sostienen una pelea verbal y física. El aparente azar del encuentro, en instantes, se vuelve destino. Hablan de una mujer omnipresente.

El interior del sauna se transforma en cuadrilátero y confesionario. La pasión los une y los violenta. Mientras crece el juego perverso de sucesivos ocultamientos y revelaciones, ambos se desesperan por conocer la verdad sobre Ella.

Ellos vivirán situaciones límites frente a la incertidumbre que sienten por el amor de una mujer. A través de distintos sentimientos: amor, deseo, posesión, perversión, cinismo, obsesión, celos y violencia, los personajes  irán dibujando a la protagonista de la obra, la mujer, mientras desnudan las miserias de cada uno.



CRITICAS






“Ella”   de Susana Torres  Molina,  en EspacioTeatro.

DOS  HOMBRES  SE  MIDEN

por  Jorge Arias - LA REPUBLICA

            Dos hombres se encuentran en un sauna. Para Marley (Franklin Rodríguez) el encuentro es  accidental; para  Iriondo  (Alvaro  Pozzolo). no  sólo  es  deliberado sino que  incluye dos planes, uno  en los  pliegues del  otro. 
            Ambos  poseen a la misma  mujer. Ambos  están semidesnudos en sus toallas, como si  fuera la  hora de la  verdad  desnuda. Comienza un duelo,  a veces  verbal,  a  veces  físico,  y “Ella”  tiene toda la elocuencia de la  pasión y  en particular  de la  pasión del amor  activado por los celos  y  empequeñecido a  posesión y  dominio. Los  protagonistas de la  pieza  son  sus  pasiones, más  que  sus  personas; de los  dos hombres se sabe poco más  que el nombre, el  estado civil y la profesión, pero no es importante ninguna de estas informaciones. Por  obra de la misma lógica de la  pasión,  “Ella” es  irreal. Se la menciona;  se  conocen frases que se le dicen; es una sombra, una niebla,  un  fantasma. Se duda de que alguno de los hombres la conozca  bien.
            Los  diálogos que se  cruzan son vivos,  relampaguean. Se  percibe el vivo  reflejo de aceros que chocan; espadas cuyas metáforas aún no  fueron “vencidas de la  edad”. El interés no  decae,  se anuncia un desenlace y la  obra  da un  par de giros vertiginosos, el  último en la línea de la  “Hi.storia del zoo” de  Albee.. Termina la  pieza, se apagan las luces; deslumbrados  aún por  el brillo de los diálogos, nos aparecen algunos interrogantes. Luego de lo  ocurrido, y  sobre  todo luego de lo que se nos ha  ocultado por la  autora,  la  conducta de Iriondo  resulta  difícil de   explicar. Esa  aproximación  del amor con la muerte, un tema clásico del amor  romántico, es coherente con las  premisas; pero no parece necesitar toda la obra para intentar ponerlo en práctica.  Se  tiene una impresión semejante al  desenlace de  muchos  filme policiales:  el  final sorprende, no parece ilógico,  pero analizada  fríamente la trama, es  arbitrario y demasiado al servicio de un suspenso que  no puede resolver con  coherencia  perfecta.
            Nuestra  interpretación  puede  ser muy  personal,  pero encontramos en Iriondo una conducta persecutoria propia de lo que llamó W.H. Auden en su prólogo a “The desire and pursuit of the whole” de Frederick Rolfe el “homosexual  paranoide” (Gibson Sqaure Books, 2002, p. 6/8). Es el mismo acoso, soterradamente  sexual, de uno  de los asesinos de “A sangre  fría” por el Truman Capote de  Philip Seymour  Hoffman. Nos parece evidente que Iriondo, se lo confiese o no, busca al hombre a  través de la mujer común;  y  en cierto modo  ya se han tocado. Marley siente el acoso, pero  ni el ni,  creemos Susana Torres Molina lo identifican. El mismo desenlace, más allá de las luces que se apagan, nos debe mostrar a Iriondo  recibiendo,  de manos de  Marley,  el  instrumento que Borges menciona en la  última  línea del  “Poema  conjetural”. En  esta hipótesis tienen sentido  los desnudos masculinos, que el libreto no prescribe, y que en un primer momento nos parecieron  injustificables.
            De un modo  u  otro,  deducción  o  sonambulismo,  Patricia  Yosi  ha  acertado  en la dirección,  y  en  dos  aspectos. El  primero,  que  implica la    hipótesis  anterior, es la  atmósfera,  el  vapor de agua,  vivificante y  opresivo,  apto,  por su relativa opacidad,  para el  ocultamiento  y  para una  simultánea y  velada   revelación. El  segundo es el  ritmo  de la  acción.  No diríamos  nada  más que lo obvio si mencionáramos el interés que suscita “Ella” en el  espectador, con un trato del tiempo de las réplicas  admirable,  que es el mínimo  que un espectáculo teatral debe tener. Nos referimos a algo más  difícil,  los distintos  ritmos de las varias  escenas de la  pieza;  porque cada una  parece tener su  “tempo”, su estructura, su  forma de anunciarse, presentarse y disolverse.
            La  actuación de Alvaro Pozzolo y Franklin Rodríguez  es  pulida,  convencida  y  convincente. Son dos de nuestros mejores  actores, y  tienen un libreto que les permite dar  toda la medida de sus  admirables  condiciones  histriónicas. Esta  perfección  de los  actores  concluye por  redondear  un espectáculo sin  fisuras,  que se  destaca  muy  claramente en la cartelera  teatral  de  estos  días.
             ELLA, de Susana Torres Molina, con Alvaro Pozzolo y Franklin Rodríguez. Música de Fernando Ulivi, iluminación de  Walter Reyno,  combate escénico de Christian Zagía, escenografía y dirección  de  Patricia  Yosi. En  Espacio Teatro.

jueves, 9 de junio de 2011

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Sinopsis

La obra teatral “Las apariencias engañan” se centra en los encuentros de dos hermanastros, uno un viejo artista de circo, el otro un viejo actor de teatro. 

Ambos llevarán adelante un duelo dialéctico y sarcástico pleno de descubrimientos, recuerdos, ironías, competencias; se trata de seres misántropos e hipocondríacos, que se espantan y se ríen de sí mismos, donde se mezcla el humor con los recuerdos y el amor entre ambos.



 Objetivos

  • Llegar al público con un autor de primera calidad a nivel mundial.
  • Provocar la reflexión sobre la  necesidad de vivir auténticamente la propia vida, asumiendo quienes somos.
  • Descubrir a través de los personajes algunos de los fantasmas que esclavizan a la humanidad como la falta de confianza en si mismo, los celos, la envidia, la competencia, el miedo, la aceptación de la realidad, etc .
  • Plantear el debate sobre la realidad y la fantasía, el pensamiento verdadero y la ética,  comprometiendo el humor y el amor, el juego, los sueños y  las emociones.
  • Comprometer  todas las fuerzas de producción, el trabajo, el ocio y la creatividad.

 CRITICAS



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Sábado, 17 de mayo, 2008 - A�O 9 - Nro.2911

DIARIO LA REPUBLICA

Estreno. Puesta en escena de "Las apariencias engañan" en el Instituto Goethe

Thomas Bernhard en el espejo

      Las novelas, las obras dramaticas y la autobiografía deThomas Bernhard tienen un tono de conversación, de gran monólogo; y ese tono supera, con inesperada facilidad, los escollos de la traducción. Así, cuando nos cuenta los primeros a�os de su vida, casi podemos seguirle la respiración.

      En las piezas dramáticas lo vemos como una ausencia casi corpórea, que siempre estaría a punto de irrumpir sobre las tablas y hacer algo, pero sin que llegue a tener nombre y forma en la escena.

      La versión de "Minetti" del mismo Bernhard, que representó también el actor Juan Carlos Moretti, reducía la obra, no sin justificación, a un monólogo; tenía el agregado misterioso de la presencia en escena del director, Ernesto Calvo, que, lo advertimos ahora, componía al mismo Bernhard, o mejor a su fantasma con s�lo inclinarse, mudo, sobre una computadora port�til. La misma forma de la escritura de Bernhard, mediante l�neas cortadas irregularmente que se asemejan al verso, sugiere con fuerza los inicios orales, de la literatura; y tambi�n a trav�s de traducciones y versiones aflora la tensi�n del artista de la palabra hablada, con sus elecciones ante sonidos y sentidos que se contradicen, con sus aciertos que parecen ca�dos del cielo y sus repeticiones, donde parece querer malear a martillazos a cada vocablo para ver si, luego de ese purgatorio, es digno de aparecer en la prosa.

      En "Las apariencias enga�an" y en "Plaza de los h�roes", el personaje principal ha muerto antes del comienzo; y las dos piezas analizan sin pasi�n los grandes temas del pasado de los personajes, en esta pieza unidos y separados por la misma mujer muerta. El primero de los grandes temas del pasado es, cada d�a m�s, c�mo y cu�nto pesan los muertos sobre nuestros presentes; el segundo, el m�s inquietante, es si podemos modificarlo, sea mediante una interpretaci�n afortunada que lo redima... o nos condene, o mediante la averiguaci�n de la verdad, casi siempre oculta cuando no falsificada. Los personajes de "Las apariencias enga�an" parecen vivir de cara a una pared, o ante una puerta que no ha de abrirse. Pueden girar en redondo y asomarse a sus vidas; pero esta busca es est�ril y s�lo les sirve para arruinar el porvenir.

      A trav�s de una trama muy bien articulada de mon�logos y di�logos, con un delicado sentido de la comunicaci�n, vamos conociendo a los personajes, hasta llegar a un final que revela algo, tenue y doloroso, que podr�amos haber adivinado. Todo se explica y el c�rculo se cierra; y estamos de nuevo en el comienzo. La percepci�n de la vida que tiene Bernhard es esc�ptica, pero no maligna: el autor est� dotado de verdadera ternura y hasta de comprensi�n para sus personajes, a los que trata como iguales. Entre l�neas nos dice algo como "Y no crean que mi vida es algo mejor".

     La puesta en escena de "Las apariencias enga�an" descuella en nuestra actual cartelera de teatros. Patricia Yosi ha dirigido esta obra con varios aciertos. Hay un concienzudo estudio del texto y de las implicaciones de cada escena, al punto que el espectador siente si bien el drama podr�a present�rsele en alguna otra forma esc�nica, no podr�a, por el sendero que eligi� la directora, hacerse mejor. Hay tambi�n un acierto muy visible en el movimiento de los actores, marcaci�n dise�ada con fino sentido del espacio esc�nico y su ocupaci�n, virtud que ya era visible en el trabajo anterior de Yosi, "Onetti en el espejo"; este acierto es tanto m�s destacable si tenemos en cuenta las particularidades de la peque�a sala del Instituto Goethe. En la secuencia de las escenas, que no son ni obvias ni simples, la presentaci�n, el desarrollo y el remate siguen un ritmo l�gico, que se percibe en seguida y ayuda a la comprensi�n del espectador.

      La interpretaci�n es una de las grandes fuerzas de la obra. Tanto Moretti como Reyno nos hacen vivir a sus personajes, que sobre el papel, en la lectura, no resultan ni atractivos ni especialmente definidos. Pero a trav�s de la actuaci�n, hecha de gestos a veces m�nimos, compartimos su intimidad, sus penas y sus placeres. La apariencia de la interpretaci�n invierte las apariencias enga�osas de la an�cdota; y vemos al fin, levantados por lo menos algunos velos, el temible rostro de la verdad.

ENTREVISTAS

DIARIO LA REPUBLICA

Miércoles, 07 de mayo, 208 – AÑO 9 _ Nro. 2901

El desafío de descubrir lo oculto

Con motivo del estreno el viernes próximo en el Instituto Goethe de "Las apariencias engañan", del dramaturgo austríaco Thomas Bernhard, un autor que a su muerte dejó 17 obras de teatro y una colección de cientos de zapatos, LA REPUBLICA conversó con la directora Patricia Yosi y con los actores Juan Carlos Moretti y Walter Reyno.                                                 

Juan Carlos, últimamente se ha acentuado el desplazamiento de las personas de este continente a países del primer mundo, que como Canadá estimula la inmigración. Algo semejante, pero a la inversa, sucedió cuando decidiste volver de España. Donde integraste "Azar Teatro" de Valladolid, donde viviste siete años con Adrián, donde tuviste el premio "Marqués de Santillana" al mejor actor por tu actuación en "La última noche de Giordano Bruno", de Renzo Sicco. ¿Cuál fue el motivo de tu regreso?
Moretti: satisfacciones artísticas y humanas. No tengo más que agradecimiento hacia toda la gente que conocí en ese hermoso país. Llegué a España con sesenta años; había comenzado a los dieciocho años, en El Galpón. Mi formación, mis compañeros, mis amigos y parte de mi familia, mi hija y mi nieta, están en esta ciudad. La fuerza de los ancestros más queridos viene de Montevideo. Cuando se cumplieron los siete años de estada en Valladolid, mi compañero y yo comenzamos a sentir esas fuerzas y esas energías, y decidimos, sin dudar, que nuestro lugar estaba de nuevo en Montevideo.
 Walter, también hay un nuevo territorio en tu vida. Entiendo que es la primera vez que vas a hacer una obra de Thomas Bernhard. Sé que tenés experiencia en el teatro europeo, pero Bernhard es un mundo aparte, un marginal, con esa exaltación que hace de España y Portugal por un lado y su odio por su patria, Austria. ¿Qué nos dirías de tu relación con Thomas Bernhard desde que lo conociste hasta ahora? ¿También hay un nuevo territorio en tu vida?
No. Los caminos a veces se bifurcan, pero inevitablemente, por lo menos en el arte, si son auténticos, al final vuelven a encontrarse. Es cierto que Bernhard es un mundo aparentemente distinto, pero eso es más en su escritura que en su búsqueda. Sus preguntas, sus dudas, sus odios están ­creo­ en la condición humana.
 Walter, ¿la impresión que tenés de él es la misma ahora que cuando empezaste a leer el texto?
No, no es la misma. Ahora creo percibir algo del conflicto familiar, que al principio no veía con claridad. Lo que, por supuesto, no significa que mi relación con Bernhard no sea conflictiva.
En cuanto a los personajes de la obra, cualquier relación de pareja es, salvo para los implicados, difícil de explicar. Pero en este caso, habiendo vivido juntos treinta años, me pregunto: ¿Si eso no es amor, qué es? Aunque en este caso y parafraseando a Bernhard, tal vez "las apariencias engañan".
Patricia, cuál fue tu recorrido, que duró unos años, que va de "Onetti en el espejo" a Bernhard? (Eli Weisel, Yolem en "El día que Nietzsche lloró"). ¿Por qué descartaste a estos autores? Eso quiere decir que estabas buscando algo que encontraste en Bernhard. ¿Qué es ese algo? ¿Qué tiene Bernhard que te ha llevado de nuevo a la apasionante y absorbente tarea de dirigir?
A Thomas Bernhard hace unos años que lo estudio. Para mí es imposible pensar en la puesta en escena de una obra teatral si desconocemos la obra literaria y la vida del autor. "Las apariencias engañan" es, en parte, autobiográfica: entre los personajes aflora la vida y personalidad de Bernhard, poniéndole a cada uno de los protagonistas parte de sí mismo. Entonces, no descarto a ningún otro autor, al contrario, todos me interesan, pero desde Onetti hasta Bernhard, he leído varios textos teatrales y he trabajado como actriz, pero estoy concentrada hace casi dos años estudiando la obra de Thomas Bernhard y todavía me falta. Leer a Thomas Bernhard es sumergirte en un mundo nuevo, pleno de sensaciones, de ideas, de contradicciones, de frases interminables, de rodeos, de repeticiones, donde se siente una mezcla de locura y sensatez, optimismo y frustración. Y por sobre todo, se siente el desafío de descubrir todo lo que él oculta a medias, todo lo que no dice y dice.
Es Bernhard que me ha devuelto a la apasionante tarea de dirigir, por el desafío que propone. El no hace concesiones al director, que tiene que encontrar las razones de sus planteos, las caras de los personajes, los gestos y sobre todo los pensamientos de los personajes que no están escritos pero subyacen. En sus textos teatrales no hay prácticamente acotaciones, sólo está lo que dicen los personajes; el lector o director tiene que descubrir cuáles son las verdaderas sensaciones que llevan a los personajes a decir y actuar como lo hacen. Thomas Bernhard dice en una entrevista: "Los procesos interiores, que nadie ve, son lo único interesante en la literatura".
 ¿Qué obras de Bernhard conocías o habías leído? ¿En qué puestas en escena? ¿Qué juicio te merece el autor, es decir, cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus debilidades?
Conocía y vi "La fuerza de la costumbre" en Buenos Aires, con dirección de Pompeyo Audivert, "Almuerzo en casa de Ludwig W.", dirigida por Nelly Goitiño y "Minetti", dirección de Ernesto Calvo, en Montevideo; "Plaza de héroes", dirigida por Luciano Alabarse, en Porto Alegre. He leído otras que no se han representado en Montevideo, como es el caso de "Inmanuel Kant" y "Ante la jubilación".Leí "Conversaciones con Thomas Bernhard" de Kurt Hofmann, que es una maravilla, y varias novelas: "La calera", "Trastorno", "Un niño" y "Corrección", que son las que he conseguido en el Instituto Goethe. Leí fragmentos en Internet de "El sótano", "Maestros antiguos" y "El frío". Sus puntos fuertes son su filosofía, su planteo existencial, sus reflexiones sobre la literatura, la soledad, la enfermedad, la muerte y a pesar de todo, en las ganas de vivir.
 Walter, ¿qué dificultades encontraste en la composición de tu personaje, el ex artista de circo? ¿Tenés algún género de afinidad con las artes del circo?
No, nunca me interesaron los artistas de circo, siempre me causaron una profunda tristeza.

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN, SU CENTRO ES EXISTENCIAL

Patricia, ¿cuál es la relación de "Las apariencias..." con el mundo de hoy? ¿O bien no hay ninguna relación y es una afición personal tuya?
La relación de "Las apariencias engañan" es con el mundo de hoy, de ayer y seguramente del que vendrá. Su centro es existencial. En cuanto a mí, me toca esta obra en especial por el enfrentamiento entre dos creadores y dos propuestas artísticas, el circo y el teatro.
 ¿Qué querés comunicarle al público? ¿Por qué la voz de Bernhard debe ser oída? ¿Por qué por nosotros?
Con cada obra que escenifico quiero comunicarle al público todo, la vida y la muerte, el amor y el odio, provocarle la risa, la sonrisa y el llanto, y que reflexionen. Ese es el sueño de todos nosotros. Si logramos conmover, seremos felices, si no sucede nada será que nos equivocamos en el enfoque que le dimos a esta obra.
En general, las obras de Bernhard tratan de "personas mayores". ¿Qué explicación le ven a este hecho? ¿Qué sentido parece darle Bernhard?
Moretti: En toda su obra dramática, reportajes periodísticos, narrativa, surge con claridad que la síntesis que hace de su vida fue a una edad ya muy madura, su juventud fue toda sufrimiento. Reflexiona cuando es mayor, por supuesto, con una acidez como pocas veces se ha visto.

SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS

Juan Carlos, ¿qué similitudes y qué diferencias encontrás entre "Minetti" y "Las apariencias engañan"? ¿En cuál Bernhard es más "Bernhard"?
Bernhard es siempre Bernhard. Toda su obra es un solo pensamiento y energía. A través de toda su creación él va plasmando con fuerza y claridad todo lo que piensa sobre la sociedad y sobre sí mismo.
Tu personaje en "Las apariencias engañan" es un actor. ¿Qué semejanzas y qué diferencias encontrás entre tú, como actor, y tu personaje?
Bernhard tenía una opinión bastante negativa de los actores; sin embargo en su dramaturgia le da a los actores unas posibilidades de lucimiento y profundización como pocas veces se ha visto en el teatro de hoy. Esta oportunidad que se me ha presentado de poder acceder a interpretar dos obras de él, se ha convertido en un acontecimiento muy importante en mi trayectoria.
 Walter, ¿qué es, en síntesis, lo que siente tu personaje respecto de su hermano actor? ¿Puede decirse que tu personaje está o estuvo realmente enamorado de la mujer, o sólo....?
La egolatría de mi personaje, Karl, es muy atractiva para el trabajo de un actor, ya que el mismo siente odio, amor, celos, desprecio, envidia. Algo que entre artistas es ­para bien o para mal­ muy frecuente.